Él se arrimó a su hombro, se escondió en su brazo y le dijo al oído: “nadie es como usted”
Luego, oculto tras ella dijo en voz alta:
“tu madre se esfuerza, ha cambiado desde que estoy enfermo, es la mujer que todo hombre quisiera”
Frente a ellos la hija los miraba.
Ese día concluyó que toda esa travesía había servido para que ellos crezcan,
se valoren, se acompañen,
comprendan y le enseñen eso del amor agape,
luego de ese tiempo, todos habían crecido y aprendido entre sí...